¿La IA puede sustituir a un perito traductor?

En estos tiempos de avances tecnologicos, la IA artificial parece hacer todo mejor que los humanos, aun asi hay aspectos inherentes al trabajo humano, tanto factores externos como internos.

12/28/20253 min leer

¿Por Qué la IA Aún No Puede Sustituir a un Perito Traductor en México? Una Mirada Histórica y Literaria

¡Ah, la inteligencia artificial! Esa maravilla moderna que compone poemas, diseña autos y hasta predice el clima con una precisión que nos deja boquiabiertos. En estos tiempos de avances tecnológicos vertiginosos, parece que la IA lo hace todo mejor que los humanos: más rápido, más barato, sin quejarse de cansancio. Sin embargo, en el intrincado mundo de la traducción legal en México, el perito traductor –ese guardián humano de las palabras– sigue siendo irremplazable. Como experto en historia y literatura, permítanme desentrañar esto con un toque de anécdota y reflexión, explorando factores internos (como la sutileza humana del lenguaje) y externos (como las exigencias legales). Prepárense para un viaje por el tiempo y las letras.

Históricamente, la figura del perito traductor en México hunde sus raíces en la era colonial, cuando los intérpretes nahuas y españoles mediaban entre culturas durante la Conquista. Figuras como Malintzin (La Malinche) no solo traducían palabras, sino contextos culturales y políticos, evitando –o causando– malentendidos que могли cambiar el curso de la historia. En el México independiente, esta tradición evolucionó hacia el sistema judicial actual, donde los peritos son autorizados por el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) estatal o el Consejo de la Judicatura Federal (CJF). Desde el siglo XIX, con la influencia de códigos napoleónicos adaptados, el perito se convirtió en un auxiliar de la justicia, firmando bajo juramento para certificar la fidelidad de traducciones oficiales. Imagínense: sin esa firma humana, un documento es como un poema sin rima –bonito, pero inválido en corte.

Ahora, ¿por qué la IA no puede usurpar este trono? Externamente, el derecho mexicano exige que las traducciones periciales lleven el sello y la firma de una persona real, avalada por el estado. La IA, por muy lista que sea, no puede jurar ante un juez ni asumir responsabilidad legal por errores. Si una traducción falla, ¿a quién demandamos? ¿A un algoritmo en la nube? Internamente, el lenguaje es un arte humano: lleno de matices culturales, ironías y contextos que la IA procesa como datos crudos, pero no como emociones. En literatura, piensen en traducir "Cien Años de Soledad" de García Márquez –la IA capturaría las palabras, pero ¿el realismo mágico, las sutilezas del español caribeño? Difícil. Lo mismo en lo legal: un contrato o acta requiere interpretar intenciones, no solo vocabulario.

Tomemos un caso real para ilustrar: en 2020, el sitio web oficial de Turismo de México sufrió un escándalo por traducciones automáticas erróneas. Frases como "Guerrero" (el estado) se convirtieron en "Warrior" en inglés, y destinos como "Tulum" aparecieron como "Escape from Tulum" en lugar de "Visit Tulum". Esto no solo avergonzó al gobierno, sino que generó pérdidas económicas y confusiones internacionales. Imaginen eso en un contexto legal: un testamento mal traducido podría desheredar a alguien injustamente, o un contrato internacional fallido arruinar una empresa. En un juicio penal, un error en la traducción de un testimonio –como confundir "intención" con "atención"– podría absolver a un culpable o condenar a un inocente. La IA, sin empatía ni experiencia vital, tropieza ahí donde el perito, con su bagaje humano, brilla.

En conclusión, mientras la IA acelera borradores y corrige gramática, no sustituye al perito traductor en México. Es como comparar un robot con un narrador de cuentos: uno calcula, el otro encanta y certifica. Los avances tecnológicos son aliados, no rivales; combinémoslos para un futuro donde las palabras unan, no dividan. Al fin y al cabo, en la historia y la literatura mexicana –de Sor Juana a Fuentes–, el humano siempre ha sido el puente irremplazable.